Una pequeña camarera apareció en respuesta a la llamada y permaneció quieta mientras el visitante la contemplaba a través de un monóculo que había sacado del bolsillo.
- Una tarde muy calurosa —dijo cordialmente.
- Sí, señor.
- Pero agradable —continuó el joven—. Dígame, ¿mistress Jackson está en casa?
- No, señor.
- ¿No está en casa?
- No, señor.
- Está bien —dijo—. Debemos recordar que estos contratiempos nos son enviados con buen fin. No hay mal que por bien no venga. Sin duda nos hacen más espirituales. ¿Querrá usted decirle que he estado aquí? Mi nombre es Psmith. P-smith.
- ¿Pesmith, señor?
- No, no. P-s-m-i-t-h. Tendría que explicarle a usted que empecé mi vida sin la primera letra, y que mi padre ha quedado siempre mezquinamente pegado al simple Smith. Pero me pareció que había tantos Smith en el mundo que bien se podía introducir una pequeña variación. Considero Smythe como una vil escapatoria y no me gusta la costumbre ya demasiado común de pegarle otro nombre por medio de un guión. Por eso he decidido adoptar el Psmith. Tengo que decirle además para su conocimiento que la P es muda, como en psiquis, pteridofita y ptolemaico. ¿Me sigue usted?
- S-sí, señor.
- ¿Cree usted —preguntó ansiosamente— que me he equivocado al seguir este camino?
- N-no, señor.
- ¡Estupendo! —dijo el joven, quitándose una motita de polvo de la manga de la chaqueta— ¡Estupendo, estupendo!
Y después de una amable reverencia, bajó los escalones y comenzó a caminar calle abajo. La pequeña camarera le siguió con los ojos desmesuradamente abiertos hasta que desapareció de su vista.
*Fragmento enviado por Fernando a.k.a Psmith
Muchísimas gracias!
viernes, 2 de febrero de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Por favor, ¡gracias a ustedes, señorías, por refrescarnos con este oasis!
Me siento muy honrado de poder colaborar.
Publicar un comentario